segunda-feira, 29 de setembro de 2025

DIA NO ARCANJO S. MIGUEL e as Preces leoninas

 

León XIII y la oración a San Miguel: hoy es más necesaria que nunca

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La Iglesia celebra este 29 de septiembre la fiesta de San Miguel Arcángel, jefe de la milicia celestial. Con ella, vuelve a la memoria de muchos la oración compuesta por el Papa León XIII a finales del siglo XIX, cuya historia sigue suscitando asombro y que el sacerdote exorcista Gabriele Amorth vinculó directamente con una visión.

El momento decisivo de León XIII

Diversos testigos afirman que todo ocurrió el 13 de octubre de 1884, tras la Misa matutina. León XIII, que permanecía en oración, quedó de pronto sobrecogido, con el rostro demudado y la mirada fija en algo invisible. Después se retiró apresuradamente a su despacho, donde redactó en apenas unos minutos la oración a San Miguel Arcángel. Poco después ordenó su difusión en toda la Iglesia, incorporándola en 1886 a las llamadas “oraciones leoninas” que se recitaban al final de la Misa.

Según el relato transmitido, el Pontífice escuchó al diablo desafiar a Dios, asegurando que podría destruir la Iglesia si se le concedían cien años de poder. La escena evocaba el comienzo del Libro de Job, donde Satanás obtiene permiso para poner a prueba al justo. Consciente de la gravedad de lo que había presenciado, León XIII pidió la protección de San Miguel contra las asechanzas del maligno.

El vínculo con Fátima y el Apocalipsis

El detalle de la fecha es sugestivo: aquel 13 de octubre de 1884 fue exactamente 33 años antes del gran Milagro del Sol en Fátima, el 13 de octubre de 1917, donde la Virgen María, descrita en el Apocalipsis como la “mujer vestida de sol”, volvió a reafirmar la victoria de Dios sobre el dragón. Una coincidencia que muchos consideran providencial en la historia espiritual del último siglo.

Dos oraciones de combate

La más conocida es la versión breve, que millones de católicos siguen rezando:

San Miguel Arcángel defiéndenos de la pelea.
Sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio.
¡Reprímele Oh Dios como rendidamente te lo suplicamos!

Y tú, Príncipe de las Milicias Celestiales,
armado del Poder Divino,
precipita al infierno a Satanás y todos los espíritus malignos
que para la perdición de las almas,
vagan por el mundo,

Amén.

Pero en 1890, León XIII aprobó también una versión más extensa, publicada en el Acta Apostolicae Sedis, en la que describe con crudeza la acción de Satanás en el mundo: la mentira, la impiedad, la blasfemia y la corrupción moral, que buscan destruir a la Iglesia y perder las almas. En ella, el Papa pide a San Miguel encadenar al dragón infernal y precipitarlo en el abismo.

Oh, Glorioso Príncipe de las huestes celestiales, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla y en la terrible guerra que libramos contra los principados y potestades, contra los gobernantes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos. Ven en ayuda del hombre, a quien Dios Todopoderoso creó inmortal, hecho a su imagen y semejanza, y redimido a un gran precio de la tiranía de Satanás.

Lucha hoy la batalla del Señor, junto con los santos ángeles, como ya luchaste contra Lucifer, el líder de los ángeles orgullosos, y su hueste apóstata, quienes fueron incapaces de resistirte, pues ya no había lugar para ellos en el Cielo. Esa cruel y antigua serpiente, llamada diablo o Satanás, que seduce al mundo entero, fue arrojada al abismo con sus ángeles. Mira, este enemigo primigenio y asesino de hombres ha cobrado valor. Transformado en ángel de luz, vaga con toda la multitud de espíritus malignos, invadiendo la tierra para borrar el nombre de Dios y de su Cristo, para apoderarse, matar y arrojar a la perdición eterna a las almas destinadas a la corona de la gloria eterna. Este malvado dragón derrama, como un diluvio impuro, el veneno de su malicia sobre los hombres de mente depravada y de corazón corrupto, el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia, y el aliento pestilente de impureza y de todo vicio e iniquidad.

Estos astutos enemigos han llenado y embriagado de hiel y amargura a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y han puesto manos impías sobre sus bienes más sagrados. En el mismo Lugar Santo, donde se ha erigido la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz del mundo, han erigido el trono de su abominable impiedad, con el inicuo designio de que, al ser herido el Pastor, las ovejas se dispersen.

Levántate, pues, oh Príncipe invencible, trae ayuda al pueblo de Dios contra los ataques de los espíritus perdidos y dales la victoria. Te veneran como su protector y patrono; en ti se gloría la santa Iglesia como su defensa contra el poder maligno del infierno; a ti ha confiado Dios las almas de los hombres para que se establezcan en la bienaventuranza celestial. Oh, ruega al Dios de la paz que ponga a Satanás bajo nuestros pies, tan vencido que ya no pueda mantener a los hombres cautivos ni dañar a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones a la vista del Altísimo, para que pronto hallen misericordia ante el Señor; y, venciendo al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, hazlo cautivo de nuevo en el abismo, para que ya no seduzca a las naciones. Amén.

Vigencia de una oración profética

Tras el Concilio Vaticano II, las oraciones leoninas dejaron de rezarse de manera obligatoria, pero la oración a San Miguel nunca fue abolida. Hoy, en medio de la secularización y de la batalla cultural y espiritual que atraviesa Occidente, su súplica resuena con fuerza renovada.

Más de un siglo después, la intuición de León XIII se revela profética: el combate espiritual no ha cesado, y la Iglesia sigue necesitando el auxilio del príncipe de la milicia celestial frente a los embates del maligno.(Infovaticana, 29.IX.25)

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